lunes, 11 de abril de 2011

La necedad humana



Detesto, Amor, tu nombre
-y entiendo, cómo no, que tú nos temas-,
que así te hiciera, pobre Amor, el hombre.
Tan fácil de escribir o pronunciar,
que arder debieran -necios-
los versos y fonemas
que abusan de tu magna trascendencia,
y así también ardieran -extensión-   
las manos y los labios
que tan a la ligera, cual bazar,
tus letras comerciaran; o en Leneas,
tornaran por tragedias tus aprecios
ganándose una falsa connivencia,
partiendo el pobre ajeno corazón
-¿qué importa si es ingenuo o ya curtido?-.
Ya sé que ser incólume deseas
y no debieras entrañar agravios,
que el hombre entierra -necio- tu sentido
con su fatal exaltación del ego,
sin ver que, cuando sólo, Amor, tú eres,
no existe aquél pronombre que dé quiebro
a tan leal, recíproca cadena.
Sabedle, os lo ruego,
rendíos al poder de sus placeres,
sabed que Amor es hecho y no requiebro,
y, entonces sí, gritadlo a boca llena.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

martes, 19 de octubre de 2010

El valor de los matices



Tanto importa la frugal
mota postrada en el suelo
como flotando en vocal.


viernes, 8 de octubre de 2010

A décimas con el Decálogo



I
  
"Amarás a Dios sobre todas las cosas"

Entre décimas jugando
y aprendiendo a descubrir
la manera de escribir
más lejana de lo infando,
como Dios echara bando
se me viene a la cabeza
esa ley que en su bajeza
pide amor de egolatría.
Me declaro en rebeldía
sólo importando su "Alteza".


II

"No tomarás el nombre de Dios en vano"
 
De Dios el hombre se reza
y en vano nadie lo piensa,
de fe llenamos despensa
declaro aquí con certeza.
A Dios, de justa belleza,
cada hombre a su manera
modela en propia quimera:
el banquero en la moneda,
el errante en la vereda,
el patriota en la bandera.


III

"Santificarás las fiestas"

Y así pasean madera
bendecida cada año,
digna tradición de antaño
niños recaudando cera.
Mas si alguna fiesta hubiera
que merezca mi plegaria
o mi entrega catenaria
sea el Carnaval pagano
de horizonte gaditano
¡arda Momo como paria!.


IV

"Honrarás a tu padre y a tu madre"

Virgen de la Candelaria
¿en quién puedo confiar?
¿quién si no va a custodiar
su pasar cual luminaria?
Aunque en tierras de malaria
y escasez hay una niña
que por un diezmo de viña
es vendida a la merced
de una pederasta red
¿Quién le va con la cantiña?


V

"No matarás"

No debiera aquí dar riña
y un "amén" sin más cantar
si pudiérase olvidar
tanta muerte en regatiña.
Muerte en diezmo de rapiña,
por dorada Santa Tierra,
o en cualquier Cruzada guerra
sabio, bruja o berebere.
Paga, mata, reza, muere...
¡Mueran!, que la Iglesia entierra.


VI

"No cometerás actos impuros"

Otra paradoja encierra
la cruz que encuentra la flama,
castidad que el clero aclama
y ni el propio cura aferra.
Mientras al niño lo aterra
al lascivo arranca vida.
Muerte en casto verbo, "SIDA"
- condón, ¡precaución!, ¡Satán! -
Impuro Dios hizo a Adán
y al clero hizo homicida.


VII

"No robarás"

No a la anciana desvalida
ni al carente de manjar,
no al que arrastra su pesar
ni al vacío de guarida.
No al que aguanta honrada brida
si ves brillo que desprenda,
ni a quien alto pico ascienda
si es loable su camino.
Al tirano y al zaíno
roba y recuperas prenda.


VIII

"No dirás falso testimonio ni mentirás"

Sin manera de que entienda
malas lenguas viperinas,
las falacias en doctrinas,
la mentira aunque no ofenda,
me declaro, sin pamplinas,
del Octavo fiel devoto.
¡Qué difícil este coto
se me hace cuando acuoso!
Ruego perdón decoroso
si me arrastró el maremoto.


IX

"No consentirás pensamientos ni deseos impuros"

Menester de holgado escroto
se me antoja ya esta enmienda.
No me joda en su trastienda
pues verá cuál es mi exvoto.
¿De verdad pide que atienda
su hipócrita aditamento?
Ríome y no me arrepiento
ni me pienso más hereje
que cualquier tejemaneje
con la piel de Sacramento.


X

"No codiciarás los bienes ajenos"

Ya en proceso de memento
- pues el juego aquí perece -
más que el Séptimo merece
esta "Ley" ser Mandamiento.
Pobre aquél que se adolece
y a lo ajeno va mirando,
pues no ve que está matando
cuanto propio ya tuviera.
Que la ardiente no hay más cera,
ni más cirio miserando.



Espejo de mano



Os pido permiso.

Permiso para en el suelo esparcir estas letras
- recójalas quien quiera -

Para tratar de comprender algunas dispensas
- y otras que no llegan -

Os pido permiso para vestir vuestro traje
- por ver qué tal me queda -

Empático,
mutaré mi petición en aviso,
- disfraz pragmático -
abordando la cuestión
sin demora ni reparo,
en fideicomiso.

Afán de notoriedad
que se me escapa.
Instar al verso,
en lírico maltrato,
a invadir ajenas entrañas.
Instar al lector,
en maltratado lirismo,
a enredarse en tus marañas.

¿Importa el lector acaso
al firmar el remitente?
¿No es todo uno mismo?

¿Queremos compartir,
latir con los presentes?

¿Es todo protagonismo?

No dejaré de leeros
como algunos, en protesta,
así ya lo hicieron
- yo te entiendo, compañero,
¿lo entenderán ellos? -

No declaro aquí culpables
ni a vuestro sentir
ni al posible arte.
No rechazo al aprender
si algo puedes enseñarme,
pues no busco ser profeta
y no pienso castigarme.
Sólo sigo aquí a la espera
del requiebro que, por Ella,
me haga un día al fin poeta.

Ofenderte no pretendo,
sólo sumo a su protesta
mi antinarcisista espejo.


jueves, 7 de octubre de 2010

Por los caídos bajo el valle



Hay personas que no ven,
ni aunque en frente, el mal ajeno
- no es por ello menester
ser miope, tuerto o ciego -

Portador de mezquindad
en “Caído” mausoleo
es quien niegue - al recordar
en memento por sus padres -
esa honra que ellos tienen,
para más “INRI” sabiendo
el valor que tiene un réquiem.

Aún me deja más perplejo
esa gente que, escondida
tras su águila de imperio,
bajo su nueva camisa,
- mano al frente, vista al Cielo,
¿ y el decoro que predican? -
aprovechan y los tildan
de parásitos aun muertos.
 
Llora a voz con los que piden
sólo paz - para el sufrir -
alza el puño - que no miren -
¡Grita!, que nos van a oír.

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